Señora y Madre nuestra:
tu estabas serena y fuerte
junto a la cruz de Jesús.
Ofrecías tu Hijo al Padre
para la redención del mundo.
Lo perdías, en cierto sentido,
porque El tenía que estar
en las cosas del Padre,
pero lo ganabas porque se convertía
en Redentor del mundo,
en el Amigo que da la vida por sus amigos.
tu estabas serena y fuerte
junto a la cruz de Jesús.
Ofrecías tu Hijo al Padre
para la redención del mundo.
Lo perdías, en cierto sentido,
porque El tenía que estar
en las cosas del Padre,
pero lo ganabas porque se convertía
en Redentor del mundo,
en el Amigo que da la vida por sus amigos.