Pues que tu, reina del cielo,
tanto vales,
da remedio a nuestros males.
Quien podrá tanto alabarte
según es tu merecer;
quien sabrá tan bien loarte
que no le falte saber;
pues que para nos valer
tanto vales,
de remedio a nuestros males.
¡Oh Madre de Dios hombre!
¡oh concierto de concordia!
Tú, que tienes por renombre
Madre de misericordia;
pues para quitar discordia
tanto vales,
de remedio de nuestros males.
Tú, que estabas ya criada
cuando el mundo se crió;
tú, que estabas muy guardada
para quien de ti nació;
pues por ti nos conoció,
si no vales
fenecerán nuestro males.
Tú, que eres flor de las flores,
tú, que del cielo eres puerta,
tú, que eres olor de olores,
tú, que das gloria muy cierta;
si de la muerte muy muerta
no nos vales,
no hay remedio a nuestros males.
Amen.
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