¡OH dulcísima Madre mía
Virgen de la Soledad!
Postrado humildemente ante
tu imagen milagrosa
vengo a desojar las tristezas
y pesares de mi afligido corazón.
Tú sabes comprender mejor que nadie,
mis necesidades y aflicciones.
Tú eres Madre de Dios puedes aliviármelas.
Tú eres Madre de los hombres
quieres remediarlas.
Tú que lloras tanto,
enjuga mis lágrimas.
Tú que sufriste tanto alivia mis dolores.
Tú que te viste tan triste y desolada
disipa mi tristeza,
mírame con tus ojos llenos de dulzura
escucha mis ruegos suplicantes
y concededme la gracia especial
que te pido en esta oración,
si conviene para la gloria de Dios
y el bien de mi alma,
o que se cumpla tu divina voluntad.
Amén.
(Se rezan 3 padrenuestros, Ave María y Glorias,
pidiendo la gracia que se desea alcanzar).
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