Con el velo de María seamos cubiertos,
ni heridos ni muertos,
ni presos ni cautivos.
De nuestros enemigos defiéndenos,
el poder de Dios nos valga,
la fuerza de la fe,
la pureza de María Santísima
y la castidad del Señor San José.
Dulce Madre no te alejes tu vista de mí
no la apartes,
ven conmigo a todas partes
y solos nunca nos dejes,
y ya que nos proteges tanto,
como verdadera Madre,
haz que nos bendiga el Padre,
el Hijo y el Espíritu Santo.
Amén
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